TOC y shinto
Al empezar el temae limpio el chashaku y el recipiente de té. Después el chasen y el chawan. Cada vez que un invitado toma té del chawan lo vuelvo a limpiar, con mayor ahínco si se trata de de un invitado especial. Vuelvo a limpiar el chashaku, el chawan y el chasen antes de terminar y luego, antes de que los vean los invitados, limpio una tercera vez el chashaku y una segunda vez el recipiente de té. En ceremonias más complejas limpio varios utensilios más. Hay piezas destacadas que no pueden tocar el tatami y utilizo otras herramientas, textiles o de madera, para evitarlo. Aunque haya limpiado el tatami con un paño húmedo antes de empezar; la ceremonia empieza y termina detrás de escenas, en el mizuya, donde limpio todas las herramientas, una a una, antes y después.
Estás en la orilla de un arroyo, agarrás una piedra seca y la sumergís en el agua: parece que hubiese vuelto a la vida. Cambió el color, se siente distinta al tacto. El término japonés es ikasu (生かす) y es lo que ocurre al sumergir en el agua la madera del chasen: vuelve a la vida. Para limpiar el chawan uso un trapito blanco de lino o cáñamo creado siguiendo una técnica artesanal transmitida de generación a generación bajo el permiso del Emperador de Japón para su uso por las tradiciones de té de los samurai. Al igual que algunas de las herramientas bambú y magemono (artesanías de madera curvada), nunca debería utilizarlo dos veces -un principio imposible de mantener en el siglo XXI, tanto por motivos económicos como ecológicos. Debo mantenerlo en un estado impecable, a pesar de que lo llene de restos de té en cada ocasión.

Para limpiar el chashaku y el recipiente de té utilizo el fukusa, un fino paño de seda de color púrpura o rojo, por su rol en el budismo. Al contrario que en el caso del chakin (el trapo del párrafo anterior), no debería lavar nunca el fukusa -y aún así debo mantenerlo en un estado impecable. A pesar de que cada vez que lo uso se llena de polvo de té. El fukusa es una herramienta importante, la katana del té. Por eso en las escuelas de samurai lo utilizamos en la cadera derecha, en lugar de la izquierda -espacio reservado simbólicamente para el arma, esté presente o no. Esta atención más que minuciosa a la limpieza de los objetos no se debe únicamente a los trastornos obsesivos compulsivos evidentes en tantas áreas de la cultura japonesa. Hay algo más. Algo antiguo y filosófico detrás: el shinto, o sintoísmo.
Porque la limpieza sistemática de todas las herramientas evidencia que una ceremonia de té es un ritual de purificación. Como ya vimos, los elementos no están sucios durante el temae. La limpieza pasa por otro lado: es un acto simbólico. Limpio los objetos físicamente, pero al hacerlo me limpio a mí mismo y a los invitados. Esto explica, en gran medida, el estado de calma que genera el ritual -una purificación, después de todo, no es más que la eliminación de lo superfluo y de lo negativo. Y los rituales de purificación son la base del shinto, que postula que uno debe eliminar las impurezas para estar en sintonía con los kami, sus dioses -a veces deidades personificadas, a veces fuerzas de la naturaleza.
Ahora, la cultura japonesa ha sido moldeada por el sintoísmo en todos y cada uno de sus aspectos y es bastante complicado establecer sus límites, que van mucho más allá de la religión, la filosofía, la medicina y la política; hasta el budismo es sintoísta en Japón. Un poco como ocurre en China con el taoísmo, o con el peronismo en Argentina. Sí, el shinto es ubicuo en el chanoyu. Está en la limpieza del chasen, y en cada movimiento dedicado a la limpieza de los objetos que mencioné al inicio. También está en el tsukubai, una piedra tallada en la que los invitados lavan sus manos y boca antes de entrar a la sala de té. Hasta el modo en que el invitado toma el chawan y le da una vuelta para no beber del frente se deben al shinto, al igual que el uso de las herramientas prácticamente descartables -descartables por su magnífica y efímera pureza.
La idea tampoco es enumerar las ocasiones en que las herramientas son purificadas con obsesiva delicadeza, ni donde la impronta sintoísta es más o menos visible. La idea, si tengo alguna, es recordar que a fin de cuentas no hay belleza ni dignidad en los movimientos si el corazón no está vacío. El temae funciona cuando la purificación es sincera y se revelan los kami, aunque no sean más que metáforas. Limpio el chashaku, limpio el recipiente del té, limpio el chasen, limpio el chawan: elimino las preocupaciones, lo superficial, me limpio a mí mismo y me voy volviendo transparente. Lo único que queda durante la ceremonia es un chashaku, un recipiente, un chasen, un chawan. Madera laqueada, bambú, arcilla horneada durante días a baja temperatura. Nada más.